Un maestro se autoenfrenta, y al hacerlo enfrenta al aspecto divino que lleva enterrado en el fondo de sí mismo, Éste maestro recibe a un discípulo... no lo acepta para que éste lo admire y ambicione su lugar, sino para que aprenda a ser él mismo. No es un verdadero maestro aquel que se presenta como tal y que te dice "Ven a mí, soy fantástico. Estarás a mi servicio durante toda la vida y a cambio me responsabilizaré de ti. Me haré cargo de todas tus preocupaciones. así como de tu dinero y tu energía. El ego es algo malvado. Rechaza el tuyo y utiliza el mío que es mucho mejor"
(La Sabiduría de los Chistes, p. 262)
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